También se encuentran listas que agrupan las estatuas (aclaro que estas agrupaciones son propias y subjetivas) en categorías o series de imágenes análogas, y que tienen como fin ayudar a referir y comparar las estatuas. El objetivo de este trabajo es aportar una manera de abordar esta prodigiosa creación, y poner esta invaluable riqueza de imágenes pertenecientes a “otro mundo” (con su correspondiente información) en las manos de todos los que estén interesados.

Todas las estatuas ilustradas en este catálogo son esculturas en piedra que el autor/dibujante ha observado en persona, las cuales ha dibujado viéndolas directamente. Ninguna de las ilustraciones aquí publicadas ha sido hecha de fotografías o de cualquier otra forma de reproducción, ni es derivada de referencias o descripciones.

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Como consecuencia del asolamiento de la cultura americana, no se sabe mucho acerca de los talladores de piedra del Pueblo Escultor, pero se puede afirmar que los centenares de estatuas en piedra esculpidas y luego sepultadas bajo tierra por estos hoy olvidados artistas —imágenes que se pueden ver en su magnífica profusión en el presente sitio virtual— constituyen la biblioteca lítica más grande y más rica jamás creada en la antigua América. Cada estatua, escrita en un lenguaje que nosotros ya poco manejamos, representa un “texto” de los estantes de esta gran biblioteca, en donde se cuentan las historias de sus creencias y prácticas, de los personajes de ese otro mundo, y de los eventos cósmicos en la mitología del Pueblo Escultor.

El nombre usual relacionado con estos monolitos esculpidos es San Agustín, en vez de Pueblo Escultor. San Agustín es típicamente el rótulo usado en la literatura arqueológica, y es el nombre del pueblo actual del valle; pero Pueblo Escultor —nombre acuñado en 1892 por el primer colombiano investigador— es un título mucho mejor para estos antiguos escultores de piedra.

San Agustín es un pueblo pequeño ubicado en las montañas del sur de Colombia, en el departamento del Huila, cerca a las cabeceras de la principal via fluvial en la region, hoy llamado el Río Magdalena. Las montañas encima de San Agustín se empotran en la colisión de las tres cordilleras andinas de Colombia, formando el Macizo Colombiano, un voluminoso nudo de montañas que une los departamentos del sur del país (Huila, Cauca y Nariño).

El Pueblo reposa sobre el Magdalena en el valle más ancho y grande del Macizo, a unos 1700 metros de altitud. Es una tierra de continua y sonriente hermosura y majestuosidad, una tierra mágica, pulsadora siempre con fuerza vital, llena de corrientes de aguas y vestida de vegetación tropical, un mundo verde y vibrante. Una tierra velada por una estrella especial, encantada, envuelta en un aura trascendental que abarca épocas. Las cascadas y cañones, los bosques siempre verdes, los colibríes y las orquídeas y todo el alboroto entero de la fauna y la flora venida desde todas las comarcas aledañas, el clima siempre moderado, el tiempo eterno trópico, los nevados en el horizonte, la vasta abundancia que nos ofrece la pachamama—seguramente enmarcó e impregnó el mundo de los escultores antiguos, los llenó y los orientó cada día (tal como nos hace a nosotros), y los creó hasta revelar que ellos también eran creadores, cual otro magnífico eslabón en una cadena hoy nebulosa.

Alrededor del 75% de la estatuaria del Pueblo Escultor que aquí se presenta pertenece al valle de San Agustín, a su Parque Arqueológico y los demás sitios de la zona. La cuarta parte restante son de otros núcleos menores de estatuas, de otros Pueblos Escultores, ubicados en otras partes en las montañas del Macizo, en zonas de estatuas como Moscopán, Aguabonita y Platavieja en la cuenca del Río La Plata, y en Tierradentro en el valle del Río Paéz. Algunas esculturas datan de varios siglos antes de la corriente era, mientras que otras pudieron haber sido elaboradas entre los siglos VII o VIII de la corriente era. En cualquier caso, es probable que esta tierra conformó a través de muchos siglos un fértil centro del arte escultórico; por ejemplo, un sarcófago tallado en madera del sitio Alto de Lavapatas data del año 555 antes de la corriente era. También se encuentran zonas con estatuas antiguas, cuya datación es incierta, en el Cauca hacía el occidente, y en Nariño hacía el sur. Las estatuas del Pueblo Escultor fueron creadas en varios sitios dispersos en el Macizo Colombiano.

Eventualmente, unos siete siglos antes de la llegada de la invasión europea, el Pueblo Escultor, como labradores de piedra y cosmogeneradores, llegaron al final de su largo camino y desaparecieron de la escena. La gente en sí, sin embargo, tal vez continuó viviendo en sus tierras en el Macizo, pero ya sin ser escultores y creadores de una “biblioteca”: la evidencia actual demuestra que la zona de San Agustín y los otros núcleos de estatuas continuaron siendo habitados, incluso probablemente con aumento de población, sin que durante esos últimos siglos posteriores al Pueblo Escultor se hubieran elaborado más estatuas.

No fue durante esos últimos siete siglos antes de la invasión, sino al principio de los siglos subsiguientes a la llegada de la “orden” española, cuando esas tierras antes civilizadas fueron (brutalmente) despobladas de la mayoría de sus habitantes, revirtiendo muchas de sus tierras a la naturaleza. Todo esto, además del hecho de que el Pueblo Escultor dejó muy pocos vestigios duraderos sobre la tierra, ayuda a explicar porqué pareció improbable el descubrimiento de ruinas antiguas en el Macizo, y porque esa revelación tardó tanto en ocurrir. Esta obra maestral creada para perdurar a través de los siglos fue puesta bajo tierra, escondida del mundo “superficial”, entregada a la matriz de la pachamama.

Podemos lograr una nueva comprensión del significado de este vasto cementerio de estatuas en el Macizo, en las cabeceras del Magdalena, al entender que la estatuaria en piedra constituye no solo una magnífica muestra artística, y no solo un fantástico repositorio de la sabiduría antigua. Adicional y preeminentemente es el hecho que, consideradas en su totalidad, las estatuas representan un gran pagamento, una ofrenda, dentro de la tradición que siempre ha existido en los Andes, y que aún en la actualidad existe en Colombia entre nuestros hermanos indígenas. Los entierros —fenómenos funerarios desde el punto de vista de la modernidad— serían ante todo, dentro del mundo antiguo (y contemporáneo) espiritual americano, los pagamentos, es decir, los pactos-y-ofrendas que se hacen para garantizar la abundancia y la armonía de la naturaleza, de la pachamama, a cambio de nuestra reverencia y la custodia del mundo natural junto con todas las vidas y sistemas que allí habitan.

Ante todo, nuestra protección del agua, nuestro cuidado por los ríos. No puede ser pura coincidencia el hecho de que el pagamento mayor de todos los pagamentos, el entierro de la estatuaria con todo lo que la acompañaba, fue puesto en la tierra precisamente en la gran cabecera de los ríos, del Río Madre. Todo esto nos conduce hacia el más profundo sentido y misterio de la estatuaria del Pueblo Escultor, el mensaje esencial enviado por los ancestrales escultores a todos los futuros guardianes, nosotros incluidos. Las estatuas fueron posadas soñando bajo la tierra para que guardaran y cuidaran las fuentes de los ríos, y las del mundo que rodea esos lugares mágicos, gestores de vida. Bajo nuestro propio riesgo lo ignoramos.

El lenguaje antiguo de las estatuas parece estar perdido. Pero las piedras, después de sus muchos siglos bajo la superficie de la tierra, aún nos hablan, aún comunican.


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Biblioteca en Piedra
El Pueblo Escultor elaboró la más considerable “biblioteca en piedra” que jamás se haya creado en la antigua América, en el valle de San Agustín y el Macizo Colombiano al sur de Colombia.
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Las Estatuas del Pueblo Escultor
El primer libro bilingüe que trata sobre los antiguos monolitos del Macizo Colombiano. El texto se encuentra en dos lenguas Español e Inglés y podrá encontrar más de 100 ilustraciones de las antiguas esculturas dibujadas por el autor.
Estatuas en Berlín
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Estatuas en Berlín
En diciembre de 1913 el etnólogo Konrad Preuss, quien al momento era el Director del Museo Etnológico de Berlín, llegó a San Agustín con los dos propósitos ...
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